Un recuerdo muy real
Este mes de junio de 2018 donde parece que nos han robado hasta el sol porque la lluvia (siempre necesaria) nos hace creer que es otoño de la importancia que está adquiriendo en nuestras vidas a diario propicia que la mente se libere de pensamientos alterados.
¿Eres de los que compras la Flor de Navidad cuándo llegan esas fechas?
¿Consigues mantenerla viva al menos hasta el día 25 de diciembre?
¿Eres de los privilegiados que les dura hasta el verano o incluso más ?
Yo lo confieso: Cada año compro la planta, a veces no llega viva hasta el día 25 de diciembre (No tengo calefacción en casa por si alguien cree que esa es la causa), y sólo en una ocasión conseguí que la posentia me durara un año entero. En vez de color roja se quedó toda verde.
El otro día viendo una planta de Navidad cerca de mí, en pleno verano, aunque no lo parezca, me acordé de algo que viví hace algunos años.
Relato breve
Hace algo más de una década, trabajaba en una oficina muy concurrida de compañeros y compañeras. Cuando se acercaban las fiestas navideñas se decoraba la oficina y los lugares de acceso al público con plantas de Navidad. El lugar quedaba precioso porque para ello se llamaba al personal de jardinería y conseguían que durante unos días nos olvidáramos de las paredes grises y aparecieran los colorees rojo y verde por todas partes.
Cuando todos cogíamos vacaciones navideñas, las plantas se repartían entre el personal para que las disfrutaran en sus casas particulares. Como yo había sido una de las últimas personas contratadas dí por hecho que no me tocaría ninguna planta porque habría quien tendría derecho antes que yo.
Sin decir nada al respecto, en el pica-pica del último día David, el responsable de jardinería, me comentó que me llevara una planta; que cogiera una de las que tenía cerca de mi despacho. Le comenté que así lo haría.
Llegó el momento de la despedida, de desear felices fiestas, besos y demás a los compañeros y compañeras de la oficina y yo no cogí la planta por vergüenza. Me parecía raro. Al salir de la oficina, en la calle, no sé cómo lo hizo pero me encontré a David con una maceta para mí que me colocó en el brazo sin darme tiempo a reaccionar.
-Tú te mereces esta planta más que otras personas por tu simpatía.
Le dí las gracias y me marché casi más colorada que la posentia.
Desde entonces siempre que llega Navidad, cuando veo una posentia, me acuerdo de David y de su generosidad.
Yo cambié de trabajo y no volví a coincidir con estos compañeros. Pasaron unos seis años, estaba trabajando en otro lugar de cara al público, asesorando cursos express para utilizar el móvil, Internet y demás, cuando observo que una de las personas que está atendiendo mi compañera es David!!!
Qué alegría sentí, él me miraba pero no me conoció. Mi aspecto físico había cambiado bastante pues en esta época había perdido unos 25 kilos. Me reconoció por la voz – me dijo -. Él se había jubilado, estaba un poco triste porque las cosas no le estaban saliendo como esperaba y pensó que hacer unos cursos le mantendrían ocupado.
Aproveché su sinceridad para animarlo a hacer lo que quería y a contar a mis compañeros actuales quién era. A todos les pareció una gran persona. Al principio se sorprendió de mi reacción, pero luego participó de algunos recuerdos que expliqué. Conseguí activar su positivismo, que siempre había sido muy alto, resaltar su profesionalidad y su carisma personal.
Qué buen recuerdo el de la flor de Navidad de David.
Moraleja:
Nunca te sientas desplazado porque el tiempo te pone en el lugar que te corresponde.
#PasionConTinta
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