Persones Humanes 2025
Març ja és aquí, i a Persones Humanes de la web continuem amb el nostre compromís de destacar aquelles persones amigues que, amb les seves accions, afronten la vida amb valentia i lluiten per ser millors, deixant una estela de positivisme.
Aquest mes, volem reconèixer a Maria qui ens inspira amb la seva força i determinació. Gràcies a les seves accions, la nostra comunitat és un lloc millor i més positiu.
El positivisme en les malalties mentals
La Maria destaca el positivisme, com la força en les malalties mentals, ja que permet el creixement i la resiliència fins i tot en els moments més foscos. A través de l’autoconsciència, l’empatia i l’exploració de talents ocults, les persones poden trobar fortalesa i bellesa en la vulnerabilitat humana, transformant el dolor en una oportunitat de transformació.
L’experiència de viure amb una malaltia mental pot obrir portes a una profunda empatia i comprensió cap al patiment dels altres.


Introducción
Me emociona el reto de abordar un tema tan delicado como es el positivismo en las enfermedades mentales, especialmente desde nuestra perspectiva como profesionales de la psicología infanto-juvenil.
Sé que hablar de “positivismo” en relación a la salud mental puede sonar, a priori, un poco extraño o insensible. Pero déjame compartir contigo mi visión de la manera más humana posible.

Nº Col. 27461
Neuropsicóloga
Reflexiones iniciales
Cuando se me plantea la idea de buscar el “positivismo” en las enfermedades mentales, lo primero que me surge es una cierta incomodidad, incluso una pequeña resistencia.
Trabajamos a diario con el sufrimiento, con la angustia profunda de niños, niñas y adolescentes, y de sus familias, constantemente. Vemos de cerca la lucha contra los trastornos mentales de jóvenes y sus familias.
¿Dónde puede haber algo “positivo” en todo esto? ¿No sería insensible buscar una luz donde lo que predomina es la sombra?

Descubrimiento del positivismo
Y sin embargo, después de años trabajando en salud mental, de escuchar tantas historias, de compartir tantos momentos difíciles pero también de ver tanta resiliencia, he llegado a comprender que sí, que existe un tipo de “positivismo” que no solo es real, sino que es esencial reconocer y fomentar en el contexto de las enfermedades mentales, pero no me refiero a un positivismo ingenuo o superficial, ni a negar la realidad del dolor y la dificultad.
Hablo de algo más profundo, arraigado en la experiencia humana, que reside en la capacidad de crecimiento, de aprendizaje y de transformación que puede surgir incluso de las situaciones más adversas.
La autoconciencia
Cuando un niño o adolescente se enfrenta a un trastorno mental, a menudo se ve obligado a iniciar un viaje profundo hacia su interior. El diagnóstico, el tratamiento, la intervención, todo ello invita a la introspección, a la reflexión sobre sus emociones, sus pensamientos y sus comportamientos.
Este proceso, aunque a menudo doloroso y confuso al principio, puede convertirse en una poderosa herramienta de autoconocimiento. Aprenden a identificar sus patrones de pensamiento, a comprender sus reacciones emocionales, a reconocer sus fortalezas y sus vulnerabilidades.
Vivir con una enfermedad mental es, en sí mismo, un acto de valentía y de resiliencia cotidiana. Cada día puede presentar desafíos que para otros serían impensables. Levantarse de la cama cuando la depresión te ancla, concentrarse en clase cuando el TDAH dispersa la atención, afrontar una interacción social cuando la ansiedad paraliza, regular las emociones intensas propias de un trastorno de conducta…
Cada pequeño logro, cada paso adelante, es una victoria que construye una resiliencia impresionante.

Empatía y compasión
La experiencia personal del sufrimiento que conlleva una enfermedad mental puede abrir las puertas a una profunda empatía y compasión hacia el sufrimiento de los demás.
Quien ha conocido la oscuridad, entiende mejor la oscuridad ajena. Desarrollan una capacidad única para conectar con las emociones de los otros, para ofrecer apoyo genuino, para construir relaciones basadas en la comprensión y la aceptación.
Talentos y fortalezas inesperadas
A veces, la enfermedad mental, paradójicamente, actúa como catalizador para el descubrimiento de talentos y fortalezas que permanecían ocultos. La necesidad de encontrar estrategias para afrontar las dificultades, de buscar vías alternativas de expresión, de compensar las áreas más afectadas, puede llevar a niños y adolescentes a explorar facetas de sí mismos que quizás nunca habrían descubierto de otra manera.
He visto cómo el TDAH, que dificulta la atención en ciertos contextos, puede ir de la mano de una hiper focalización asombrosa en temas de interés apasionado, generando una creatividad desbordante. He visto cómo el TEA, que complejiza la comunicación social, puede coexistir con una capacidad de pensamiento lógico y sistemático excepcional, o con un talento artístico único.
La resignificación de la vulnerabilidad
En una sociedad que a menudo glorifica la perfección y la invulnerabilidad, la enfermedad mental nos recuerda la universalidad de la vulnerabilidad humana. Nos muestra que todos somos frágiles, que todos podemos experimentar momentos de dificultad, que todos necesitamos apoyo y comprensión.
Reconocer y aceptar nuestra propia vulnerabilidad, lejos de ser un signo de debilidad, es un acto de profunda humanidad y autenticidad. Y la experiencia de vivir con una enfermedad mental puede ser un camino para abrazar esa vulnerabilidad, para desmitificar la perfección, para conectar con nuestra propia humanidad y con la de los demás de una manera más profunda y sincera.
Conclusión
Lejos de minimizar el sufrimiento, esta perspectiva busca trascender la inmediatez del dolor para centrarse en el potencial inherente de crecimiento y transformación que puede emanar incluso de la más profunda adversidad. No se trata de ofrecer soluciones simplistas ni de idealizar una visión color de rosa del mundo, sino más bien de ampliar nuestra mirada para abrazar la complejidad intrínseca de la experiencia humana. En mi experiencia, he aprendido a discernir una verdad más profunda y sutil: la asombrosa capacidad humana para descubrir belleza en la fragilidad y para florecer incluso en terrenos de sufrimiento.
Este “positivismo” auténtico, por lo tanto, no se manifiesta como una alegría superficial y vacía, sino como una silenciosa convicción, una certeza íntima de que, aun en los momentos más sombríos, la vida persiste, palpita y busca incansablemente su camino hacia la luz, celebrando la resiliencia y la fortaleza que podemos hallar incluso en los rincones más oscuros de nuestra existencia.
Rosa López Comunicadora, especialista en marketing digital i escriptora de Rubí. Descobreix la web:rosalopezgrau.blog
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