Hay días en los que todo sale mal, y por el contrario hay días en lo que todo parece venir rodado. Hoy voy a extenderme en el segundo caso.
En los días perfectos, las cosas suceden positivamente una tras otra sin apenas trabajar extra para que así sucedan. Cuando te levantas por la mañana temprano pareces poseer una carga extra de energía que te lleva a estar en pleno movimiento aunque todavía no hayas desayunado. Si realizas tus tareas diarias se resuelven en menos tiempo que días anteriores, por lo tanto, consigues tener más minutos para los momentos de ocio diario y ganar tiempo al tiempo.
Estos días afortunados, como yo los llamo, cuando sales a la calle parece que sólo te cruzas con gente sonriente, simpática, feliz y con ganas de relacionarse aunque sólo sea para ceder el lado derecho de la acera.
En los días afortunados, si durante la jornada haces gestiones administrativas no existe ningún problema; inexplicablemente te llaman a la hora concertada y gestionan tu solicitud debidamente.
Si estamos en el trabajo y es uno de los días afortunados es el día en el cual recibes alguna felicitación por lo realizado y es cuando se despierta la admiración de los compañeros más allegados.
Mi petición es la siguiente:
Los días afortunados deberían repetirse frecuentemente en nuestras vidas para romper la rutina,
pero también observo que de cumplirse mi solicitud éstos dejarían de ser motivo de mención ya que la rutina y lo repetitivo deja de captar la atención.
Yo sólo me pregunto en estos momentos de reflexión…
¿Por qué los días buenos son tan cortos?
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Me encanta tu reflexión sobre los “días afortunados”, cuánta razón!! quiero muchos de éstos!!!! 😉
M'agradaLiked by 1 person
Copymatrubi Seguro que los tendremos si ponemos entusiasmo en lo que hacemos.
M'agradaLiked by 1 person